Tres lustros atrás,
La cerradura de mi corazón,
Una misteriosa llave desengranó.
Aprovechando el corredor,
Unos entraron a mirar,
Otros, a robar,
Y algunos, dentro de mi corazón,
Las puertas del suyo abrieron de par en par.
Tres lustros después,
Quien la puerta de su corazón abrió,
Para siempre en el mío se quedó.
Sin saber que hacer,
El que entró a mirar,
Solo se fue.
Con su botín, descubierto, el ladrón,
Huyó para no volver,
No sabía el ladrón,
Que nada puede robarse al corazón.
miércoles, 23 de noviembre de 2011
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